Un escritor lo que necesita son lectores, no seguidores

Una carta mensual por Lizandro Samuel

LIZANDRO SAMUEL

ABR 27

Desde hace un par de años vengo pensando en cómo el mercadeo a la literatura se diluye en otras manifestaciones creativas o artísticas.

Una vez le leí a Jorge Carrión una idea que me quedó dando vueltas: “Tener seguidores está bien, pero un escritor lo que necesita son lectores”.

Sigo repasando esta idea cada tanto. Sobre todo, cuando veo surgir nuevos productos culturales que aspiran a promover la literatura pero terminan, por poner un ejemplo, hablando de series.

Lo primero que hay que entender es que vivimos en un mundo donde el lenguaje escrito, como nunca antes en la historia, es especialmente relevante. Nos comunicamos más por WhatsApp que por llamada telefónica.

En Internet, al menos hasta ahora, hay más texto que video.

El libro –en cualquiera de sus formatos– sigue siendo el eje central de estudio de cualquier cosa; y el lugar más profundo para despertar empatía y compartir información.

Sin embargo, está lejos de ser la estrella de la industria del entretenimiento. Ese puesto lo ocupan las series, los videojuegos y las redes sociales.

Ese cambio de paradigma se produjo hace décadas, con la irrupción de la televisión.

Fue entonces cuando una parte de la población, que leía solo como quien hace sopa de letras en una tarde sin electricidad, saltó a ese aparato que entró en los hogares para no salir nunca más.

En un contexto así es entendible que muchos escritores quieran utilizar sus conocimientos sobre series y videojuegos, o su popularidad en redes sociales, para generar lectores.

Y en cierta forma suena lógico, ¿no?

El problema está en que, en la práctica, la gente que se interesa por las fotos de tu perro o por tu bailecito en TikTok difícilmente esté dispuesta a comprar un libro escrito por ti.

Vamos por parte: ¿qué es lo que quieres hacer?

Esta carta en particular está dirigida sobre todo a escritores y escritoras, o a gente interesada en la promoción literaria de forma exclusiva.

Lo digo porque si tienes un proyecto cultural que quiere hablar de narrativas multiplataforma, por supuesto que tiene todo el sentido del mundo discutir sobre la nueva serie de Netflix.

Quiero que se entienda bien la idea que trato de desarrollar.

En este boletín me estoy refiriendo exclusivamente a las personas que quieren conseguir lectores para su trabajo literario.

Lo primero con lo que se va a topar cualquier persona que entre a una red social pensando en usarla para conseguir lectores es que hay mucho ruido. Y la literatura en sí misma no es la estrella de la fiesta.

De hecho, la mayoría de las grandes revistas literarias de Latinoamérica priorizan la discusión exclusivamente política o partidista por encima de hablar de arte o literatura en sí misma.

Y no me refiero al punto obvio de que todo en la vida es política, sino, insisto, a conversaciones y análisis partidistas y coyunturales.

Es decir, dejan de publicar un cuento de ficción para publicar un análisis sobre el nuevo presidente de Argentina.

Además de eso, las conversaciones que más personas aglutinan son las de series y videojuegos. Ni siquiera el cine entra al baile.

Para más inri, siempre está el marketero de turno sugiriendo que lo que más interacciones genera es el contenido personal. Ergo, entienden los escritores incautos, llenen su feed de selfis, fotos de su mascota o de sus hijos. Quizá de sus estupendos viajes.

Y, mira, sí, ¡funciona!

Este es el recetario:

1.       Habla de política.

2.       De la serie del momento.

3.       Si eres millennial o centennial, transmite en Twich para analizar videojuegos.

4.       Postea fotos personales.

5.       Por último, no olvides nunca la fotito de tu libreta, bolígrafo, café y un libro bonito, para que la gente se acuerde que lo tuyo es la literatura.

Insisto, funciona. Las interacciones suben.

Lo que no sube son las ventas a los libros, o las métricas de lectura de esa historia que publicaste en una revista, o el post largo que adapta una de tus historias.

Así que el siguiente paso que hacen todos es proceder a quejarse de que las redes sociales son superficiales, de que a la gente no le interesa la literatura y de que nadie lee las genialidades que escriben.

O esgrimen la excusa que nunca falla: “El algoritmo me odia”.

Y a llorar para el valle.

Define objetivos

Uno de los problemas que enfrentamos los lectores hispanos es que estamos muy desarticulados.

En España, México, Colombia y Argentina hay un poco más de orden. Es más fácil para los interesados en literatura identificarse entre sí y encontrarse.

Pero en el resto de Iberoamérica no solo es un trabajo medio titánico, sino que además hay poco diálogo entre los lectores de diferentes países.

Y a veces, incluso, hay quienes se dan el tupé de propiciar divisiones desestimando la lectura digital, Wattpad o tirándole al autor o autora de moda.

Mientras que en Hollywood se montan casos como el Barbenheimer porque todos están claros de que lo importante es que la industria del cine goce de buena salud.

El punto es que en ese contexto el primer objetivo de todo proyecto literario debería ser articular personas en torno a la lectura.

Y, por favor, no piensen tanto en “generar comunidad”, pues eso es muy difícil y casi imposible hoy día. Es más rentable identificar comunidades y tratar de impactarlas.

¿Cómo hacer que las personas que ya leen el tipo de cosas que escribes se enteren de lo que estás haciendo?

 ¿Cómo ser un puente entre los lectores de romance fantástico adolescente y los tesistas de las escuelas de Letras?

Defiende tu industria

Las cosas no se defienden ni hablando mal de otros, ni criticando a los demás actores, ni quejándose ni, mucho menos, cuestionando a las personas que esperas que sean tu público.

Se defienden hablando de ellas y promocionándolas en sus códigos naturales.

Si quieres generar lectores hacia tus libros, blog o publicaciones en revistas, debes ser capaz de atraer a la gente que lee literatura. Y, al mismo tiempo, acostumbrar a la gente que te sigue a que lo tuyo es la escritura.

Es verdad, probablemente una foto cuchi con tu pareja y tu gato quizá tenga más interacciones. Pero también menos engagement y generará menos conversiones.

¿Todos recuerdan el famoso caso de la influencer con millones de seguidores que no logró vender más de 100 prendas de ropa de su línea recién creada? Fue un parteaguas en la forma en la que la industria entendió cómo funcionaba la economía de la atención. Y a partir de allí las marcas se replantearon la forma en la que usarían a los influencers.

Lo mismo aplica en literatura.

Es mejor tener 100 seguidores dispuestos a leerte, comprar tu libro o inscribirse en tu taller; que mil seguidores que solo se ríen de tus videos bailando.

Entonces, quizá, se debería invertir menos tiempo en pensar cómo subir de seguidores y más tiempo en reflexionar cómo difundir de forma efectiva el trabajo literario. ¿Cuál es el formato que más agrada a los lectores? ¿Cuáles son los temas que los convocan? ¿Dónde están y cómo llegarles?

Y, en ese mismo camino, tener mucho cuidado de no quemarse uno mismo.

Una vez que la audiencia te pone la etiqueta de “persona que habla de series” o “persona que sabe mucho de política” es difícil que se pasen el suiche y empiecen a verte como artista o como, por decir algo, divulgador o influencer literario.

Recuerda: un escritor, para ser tal, lo que necesita son lectores.

Hablando de cosas chéveres

Hace poco se estrenó en RTVE lo que quizá sea el primer late night show de narrativas y especialmente de literatura.

Los libros juegan un papel fundamental y desde ellos se parte para llegar también a cine, series, videojuegos, etc.

Lo pensó José Antonio Pérez Ledo (autor de mis podcast favoritos de ficción), lo conduce Berto Romero y participa gente de la talla de Isabel Cadenas Cañón y Jorge Carrión.

El late night se llama Ovejas eléctricas. He visto hasta ahora solo un episodio y me gustó lo suficiente como para seguir toda la primera temporada. Puede verse online, gratis, en RTVE Play.

Los mantendré informados.

Toda mi vida he soñado con ver productos por el estilo en la industria literaria. Digo, ¿si la gente ve golf en televisión o a alguien se le ocurrió que un programa como Máster Chef podría ser rentable, por qué no pensar en cosas similares con la literatura como eje?

Nuevo taller de Ana Teresa Torres

Pipol, este año me leí La fascinación de la víctima, de Ana Teresa Torres, y es otra joya de novela que disfruté mucho. De entrada, se puso en segundo lugar en mi top de libros favoritos de la autora. El trono lo sigue ocupando El corazón del otro, un novelón que debería estar en todas las librerías del mundo.

Pero lo que quiero contarles es que Ana Teresa Torres va dictar una versión inédita de su taller ¿Cómo se escriben las novelas?

Sí, sí, ya sé que algunos de ustedes hicieron un taller con ella el año pasado. Pero les juro que este es bien distinto. Pues, para empezar, girará en torno a los diferentes géneros que derivan de la novela. Además, Ana Teresa usará de ejemplo su obra y contará todos sus secretos creativos.

Yo que ustedes, reservo el cupo ya.

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